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maria_gabriela

uno de la Luna (que escribió una vez para mi)

Gabriela, al nacer me llamaron Gabriela, al hacerme mayor ya no sonaba tal dulce mi nombre como en la boca de mi madre, ella arrastraba un poco la r, alargaba mi nombre hasta que rozaba su voz mis oídos como una caricia, nunca supe muy bien como prefería que me llamase si Gabriela o Gaviota, decía que era grácil como ellas, que volaría hasta encontrar mi destino, mi destino lo llamaba ella, me gustaba bromear diciéndole que mas que un ave debería pensar en mí como un pez, ese era mi mundo, en realidad soñaba que era una sirena, lo soñaba dormida y despierta, alegre y triste, sola o en compañía, pero siempre sirena. Tal vez eso era yo, mitad gaviota, mitad pez.

Mi medio era el agua, siempre había vivido allí, esperando mi destino, no me habían dejado elegir, nadie me preguntó si deseaba hacerlo y hasta hace poco ni siquiera lo había pensado. Nunca tuve demasiadas amigas, pero las que consiguieron llegar hasta mi corazón siguen en él. Algunas ya no están aquí, pero en él sí, se fueron diluyendo como la arena en un viejo reloj, desaparecieron mecidas en la marea del tiempo, ahora solo estoy yo, esperando, esperando mi destino. Ellas fueron las que me hablaron del amor, se expresaban con tanta vehemencia que llegué a creer que en verdad esa era la razón de sus vidas, su destino, su fin último. Amor. Sonaba mejor cuando me hablaban de ello, que cuando yo misma lo pensaba.

Hoy ha entrado en mí. Cantaba la canción que me enseñó mi madre, ella la cantó antes que yo, su madre antes que ella..., la cantaba de la única forma que sé hacerlo, con el alma, llegaron desde todos lados, miles de ellos, millones tal vez. Se arremolinaban a mí alrededor expectantes, ansiosos por agradarme, hoy me sentí mujer por primera vez, hoy sentí que sí era ese mi destino, la razón de mi existencia. Todos me parecieron iguales, apenas si podía distinguir sus rasgos de tantos como había, pasaban raudos a mi lado, chocando entre ellos, absortos en mi canto, perdidos los sentidos en la música. Enseguida supe que era él, me hacía cosquillas al pasar, en su mirada pude leer el futuro, nuestro futuro. Una vida fue un segundo, ese segundo fue mi vida, el resto del tiempo no importaba, solo me había estado preparando para esto, lo encontré en sus ojos, me hablaban de la belleza más pura, de la felicidad mas real, de sensaciones has ahora desconocidas. Durante un instante pude verlo todo, sentirlo todo, descubrirlo todo.

Está dentro de mí, puedo sentirlo cada segundo, no a él, a él ya no lo siento, pero siento la transformación, me lo ha dado todo, ahora no somos dos, él soy yo, yo soy él y juntos somos el principio, dentro de poco será ella la que nos sienta, la que nos ame, seremos el regalo que le hace la vida. Somos la semilla, una promesa de que siempre hay un futuro esperando el canto de las sirenas.

Para Gabyota. Quedan tantos espacios para tus lápices por que sigo pensando que es difícil estar a la altura de ellos.

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